Por Cristhian Salgado
Faye Adams fue una cantante norteamericana surgida de esa gran cantera que fue la música góspel; su carrera y su éxito inició al convertirse en una figura clave en la Iglesia de Dios en Cristo a la edad de 5 años.
Por su tono vocal tan particular, se convirtió en una artista habitual en los clubes nocturnos de Nueva York a fines de la década de 1940 y principios de la de 1950.
Mientras actuaba en Atlanta, Georgia, fue descubierta por la cantante Ruth Brown; a partir de ese momento tomó el nombre artístico de Faye Adams y firmó con Herald Records. Logró varios éxitos, uno de ellos fue “Hurts Me To My Heart” tema que se colocó exitosamente en la lista de R&B estadounidense, algo no tan sencillo para una mujer afroamericana en esa época.
A pesar de el éxito que logró, para 1963 se retiró de la industria de la música. Se volvió a casar y ya como Fannie Jones, regresó a sus raíces evangélicas y a su vida familiar en Nueva Jersey. Su nombre y su legado se perdieron en los anales de la historia sobretodo tras el avance de la música y su desarrollo como una gran industria del entretenimiento masivo.
Sin embargo, mujeres como Faye Adams tiene un papel mucho más importante de lo que se cree en el desarrollo de la industria musical y del rock and roll en específico. A pesar del poco reconocimiento hacia las mujeres, cuando hablamos de las raíces, los creadores y los innovadores de este género, y en general, tendemos a mencionar principalmente a artistas masculinos como Jerry Lee Lewis, Elvis Presley o Little Richard por ejemplo; las artistas femeninas ya habían explorado ritmos, estilos vocales y temáticas desde los 40’ y 50’ que dieron forma al rock. Pero sobre todo se enfrentaron mucho antes a la censura y al escrutinio publico, años antes que otros pioneros del género.
Es así como estas pequeñas estrellas locales cimentaron el camino hasta convertirlo en la gran industria que es hoy en día, con cantantes que tienen el poder, por ejemplo, de afectar la bolsa de valores.