Después de que el pasado 3 de abril Spotify comenzara a cotizar en la bolsa, muchas de las compañías discográficas que poseían parte del capital social de esta empresa, han vendido parte de él, siendo la última en hacerlo Merlin, agencia global de sellos independientes, pero ha sido la primera en vender la totalidad de sus acciones, la cuál le trajo beneficios superiores a los 100 millones de euros.
Sony fue la primera en vender el 17% de sus acciones en las primeras 24 horas de la salida al mercado bursátil de Spotify, y otro 32% a lo largo del mes siguiente, lo que ha hecho ingresar a Sony Co. en cifras globales alrededor de 630 millones de euros. Al vender esta cantidad de acciones Sony se quedó con sólo el 3% del capital social de la empresa.
La segunda gran compañía fue Warner, que vendió parte de sus acciones a principios de este mes de mayo, vendiendo el 75% de su parte, ganando alrededor de 335 millones de euros por esta transacción, quedándose con solo el 1% de acciones. Universal Music todavía mantiene intacto su 7% del capital de la empresa sueca.
Stephen Cooper, el CEO de Warner Music Group, explicó que esta decisión se basa en que Warner no deja de ser "una empresa musical, y, por naturaleza, no la titular a largo plazo de acciones cotizadas en bolsa". A pesar de esto, afirmó que "esto no tiene nada que ver con la visión que tiene la compañía sobre el futuro de Spotify", que, asegura, "jugará un papel fundamental en el crecimiento y expansión del consumo de música vía streaming".
Hasta la fecha, todas las empresas discográficas poseían un porcentaje del capital social de la empresa sueca Spotify. En total, dicho porcentaje copaba el 18% del accionariado de Spotify (un 7% para Universal -5% suyo y 2% de EMI Music-, un 6% a Sony, un 4% a Warnery un 1% a Merlin).
Esta retirada discográfica del capital social de Spotify comienza a separar a la industria de la empresa de streaming. Sin embargo, la problemática económica vinculada con los derechos de autor, permanece. Esto a obligado a la compañía a plantearse alternativas a este fenómeno, como el de comenzar a fichar artistas independientes que no dependan de las grandes discográficas y saltarse el intermediario; y por otro, la de establecer acuerdos directos con grupos que se decidan a gestionar su propia música, como el que tienen con Metallica desde 2012.
Este modelo buscaría complementar la razón de su éxito hasta la fecha, con nuevos modelos que comienzan a aparecer en el mundo del streaming musical, como la empresa gestionada por Jay Z, Tidal, encargada de firmar acuerdos directamente con los artistas de los que se reproduce música.