El movimiento feminista latinoamericano promovió en 1981, con motivo del asesinato de las hermanas Mirabal en República Dominicana, la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer que fue aprobada en Asamblea General de las Naciones Unidas hasta 1999. La misión es la de visibilizar, sensibilizar e instar a los gobiernos a generar políticas públicas para que la violencia que se ejerce principalmente de hombres contra mujeres, cese.
Se trata de un asunto sistémico y estructural que permea todas las áreas del quehacer humano y debe atenderse desde el seno de lo familiar y a todos los niveles de la organización social, por eso es necesario coordinar actividades tanto en la sociedad civil como entre los gobiernos en sus diferentes esferas, que contribuyan a erradicar la violencia pasiva, activa, moral, intelectual, psicológica, obstétrica, económica y física contra las mujeres, para evitar que ocurra en su máxima expresión, el feminicidio.
La más importante herramienta de lucha es la educación para dar pasos firmes en prevención y solución, de manera que la perspectiva de género se viva no sólo en el hogar, los espacios educativos, laborales o de esparcimiento, sino que se practique entre quienes se encargan de la seguridad pública, la impartición de justicia, emisión y aplicación de leyes, medios de comunicación y publicidad, entre otros ramos.
La violencia contra las mujeres ocurre en todos los estratos sociales, a mujeres de todas las razas y de todos los niveles educativos. Las cifras a nivel nacional son alarmantes: ONU Mujeres reveló que en México 9 mujeres son asesinadas al día; Actualmente el estado de Veracruz ocupa el primer lugar en víctimas de Feminicidio, le siguen el Estado de México y Morelos; INEGI reporta que 6 de cada 10 mujeres mexicanas sufren violencia, de las cuales 15.7% reconoció haber sido agredida sexualmente y el 64% de los casos sufre violencia severa. El 40.1% de las mujeres en el país ha sufrido al menos una vez insultos, amenazas, humillaciones, chantaje, control, violencia económica y otras ofensas con repercusión psicológica y emocional desde edades muy tempranas.
Es necesario que también aquellas mujeres que por fortuna no han sufrido alguna situación de violencia de género a lo largo de su vida, reconozcan su privilegio, y a partir de él, colaboren en la emisión de mensajes para ayudar a quienes atraviesan condiciones menos favorables, tanto en lo cercano y evidente, como a quienes viven situaciones extremas de explotación sexual, trata y tráfico de personas, mutilación genital femenina, otorgamiento en acuerdos para matrimonio u otras situaciones que se viven más allá de sus esferas.
Aquí les compartimos el mensaje del Secretario General de la ONU, Antonio Guterres: